Los tratamientos oncológicos afectan no solo las células cancerígenas, sino también las células sanas del cuerpo, incluida la piel. A continuación, detallamos cómo algunos de los tratamientos más comunes afectan la piel:
Quimioterapia
La quimioterapia es conocida por sus efectos sistémicos en todo el cuerpo. Dado que ataca células de rápida división, como las células cancerosas, también puede afectar las células de la piel, provocando:
- Sequedad extrema: La piel puede volverse escamosa y áspera.
- Erupciones cutáneas: Algunas personas desarrollan erupciones dolorosas, con picazón o inflamación.
- Sensibilidad aumentada: La piel puede volverse más sensible a productos químicos y al ambiente, como el calor, el frío o la luz solar.
Radioterapia
La radioterapia puede afectar la piel de manera localizada, principalmente en las áreas que reciben radiación. Los efectos comunes incluyen:
- Enrojecimiento y quemaduras: El área tratada puede volverse roja, caliente y dolorosa, similar a una quemadura solar grave.
- Descamación: La piel puede comenzar a pelarse después de varias sesiones de tratamiento.
- Fragilidad de la piel: Con el tiempo, la piel irradiada puede volverse delgada, frágil y más propensa a infecciones.
Inmunoterapia y tratamientos dirigidos
Este tipo de tratamientos, que activan el sistema inmunológico para atacar las células cancerosas, también puede provocar reacciones cutáneas, como erupciones, sequedad severa y cambios en la pigmentación de la piel.
Cambios cutáneos durante el tratamiento oncológico
Los cambios en la piel durante los tratamientos oncológicos pueden variar según el tipo de terapia que se esté recibiendo y la sensibilidad individual del paciente. A continuación, describimos los cambios más comunes que suelen ocurrir:
Sequedad extrema (xerosis)
Uno de los efectos más comunes es la sequedad severa de la piel. Esta condición, conocida como xerosis, puede hacer que la piel se sienta tirante, áspera y, en algunos casos, agrietada. Mantener una hidratación adecuada es clave para minimizar este efecto.
Erupciones y lesiones cutáneas
Algunos pacientes pueden desarrollar erupciones cutáneas, particularmente en las primeras fases del tratamiento. Estas erupciones suelen presentarse como pequeñas manchas rojas que pican y pueden convertirse en ampollas si no se tratan adecuadamente.
Sensación de ardor o dolor
Dependiendo de la terapia, algunas personas pueden experimentar una sensación de ardor o dolor en la piel, particularmente en las áreas expuestas a radiación o en zonas donde la piel está muy seca.
Fotosensibilidad
La fotosensibilidad, o una mayor sensibilidad a la luz solar, es común entre los pacientes que reciben ciertos tratamientos oncológicos. Esto significa que incluso una breve exposición al sol puede causar quemaduras solares graves, ampollas o manchas oscuras en la piel.
Principios fundamentales del cuidado de la piel
Cuidar la piel durante un tratamiento oncológico no solo implica la elección de los productos adecuados, sino también la adopción de hábitos saludables y consistentes para proteger y nutrir la piel. A continuación, se detallan los principios clave para el cuidado de la piel durante este proceso:
Limpieza suave y regular
Es esencial limpiar la piel con productos suaves, sin fragancias ni químicos agresivos. Los jabones sin sulfatos o limpiadores dermatológicos específicos para pieles sensibles son ideales. Evita el uso de esponjas ásperas o exfoliantes mecánicos que puedan irritar la piel.
Evitar el uso de agua caliente
El agua caliente tiende a resecar la piel, por lo que se recomienda usar agua tibia para bañarse o lavarse el rostro. Además, se deben limitar los tiempos de baño a menos de 10 minutos para evitar la pérdida excesiva de humedad.
Aplicación constante de cremas hidratantes
Es fundamental aplicar cremas hidratantes varias veces al día, especialmente después de ducharse, cuando la piel está ligeramente húmeda. Las cremas con ingredientes como glicerina, urea o ceramidas pueden ayudar a restaurar la barrera protectora de la piel.
Ropa adecuada
Se recomienda usar ropa holgada y de materiales suaves, como el algodón, para evitar la fricción y la irritación de la piel. Las prendas ajustadas o hechas de telas sintéticas pueden empeorar las condiciones cutáneas.
Hidratación adecuada y constante
Mantener la piel hidratada es uno de los aspectos más importantes del cuidado cutáneo durante el tratamiento oncológico. La hidratación adecuada ayuda a proteger la barrera cutánea y a prevenir la irritación y sequedad severa. Algunos consejos para mantener la piel hidratada incluyen:
Uso de emolientes
Los emolientes son cremas o lociones que ayudan a suavizar y alisar la piel. Aplicar emolientes ricos en ingredientes como la glicerina, urea o aceites naturales después de cada baño puede hacer una gran diferencia en la textura y el confort de la piel.
Bebida de agua suficiente
La hidratación no solo debe ser externa, sino también interna. Beber al menos 8 vasos de agua al día puede ayudar a mantener la piel hidratada desde el interior.
Uso de aceites naturales
Aceites como el aceite de coco o el aceite de almendras pueden ser utilizados para nutrir la piel seca, siempre y cuando no haya alergias a estos productos.
Protección solar: un cuidado indispensable
El uso de protector solar es crucial para los pacientes oncológicos, ya que la piel se vuelve mucho más sensible al sol debido a los tratamientos.
Utiliza crema solar siempre tanto en zona facial como en el cuerpo si esta expuesto al sol.
Después del tratamiento
Muchos de los cambios que ocurren en la piel suelen mejorar varias semanas tras acabar con las sesiones de oncoterapia, sin embargo, en algunos casos pueden perdurar o aparecer tiempo después.
En general, se recomienda seguir los mismos cuidados de la piel después de terminar el tratamiento: una buena hidratación diaria, uso de productos suaves y tratar la piel con delicadeza mientras se renueva.
Antes de recurrir a algún procedimiento estético para tratar la pérdida de luminosidad o las alteraciones en el tono de la piel, consulta con tu médico. Existen varios trucos de maquillaje que puedes poner en práctica mientras tu piel recupera su color.
Las manchas, suelen disminuir con el paso del tiempo, aunque es recomendable continuar utilizando protección solar, para favorecer que se aclaren y evitar que aparezcan manchas nuevas.
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