#ESCUCHATUCUERPO – Dolor crónico y fibromialgia

Seguimos con el segundo capítulo de aprendizaje para atender y priorizar nuestro cuerpo centrándonos está vez en el dolor crónico y la fibromialgia. La lucha contra el dolor que permanece en el tiempo puede interferir en las actividades cotidianas, imposibilitar llevar una vida normal, incluso hacer mella en la salud mental de aquellos que lo sufren. Vamos a presentar a grandes rasgos, qué es el dolor crónico, qué es la fibromialgia y cómo podemos cuidarnos para sentirnos mejor si el dolor ha llegado a nuestra vida para quedarse.

¿Qué es el dolor crónico?

Todos en algún momento de nuestra vida, por ejemplo, tras una lesión o enfermedad, hemos sufrido algún tipo de dolor. Comúnmente puede que se trate de un aviso de que existe algún problema en nuestro cuerpo que necesita ser atendido y que con el tratamiento adecuado en unos días desaparezca. El dolor crónico en cambio no siempre tiene cura y se alarga en el tiempo.

Anteriormente el dolor era tratado como un síntoma más resultado de cualquier otra patología, pero desde el año 2008 la Organización Mundial de la Salud, clasifica el dolor crónico como una enfermedad en sí misma.

Se define un dolor como crónico cuando dura más de tres meses o se repite cada cierto tiempo durante meses o años. Además, la definición incluye también problemas emocionales derivados. 

Las causas más comunes del dolor crónico, aunque a veces pueden ser difíciles de concretar, suelen estar relacionadas con las enfermedades crónicas, como la artritis o la diabetes, las lesiones severas o enfermedades relacionadas con el sistema nervioso.

En cuanto a los síntomas, a parte del dolor, los pacientes suelen padecer cansancio, problemas para conciliar el sueño y pérdida de peso habitualmente.

¿Dolor crónico o fibromialgia?

Médicamente se consideran dos patologías distintas, pero es cierto que tienen importantes puntos en común, sobretodo el hecho de que, a causa del dolor, son dos enfermedades muy incapacitantes tanto física cómo psicológicamente.

La fibromialgia es un tipo de dolor crónico, pero no es solo un dolor.

¿Qué es la fibromialgia?

Es una enfermedad reumatológica caracterizada por la hipersensibilidad y el agotamiento profundo, entro otros síntomas. Podemos decir que consiste en una anomalía en la percepción del dolor, de manera que se perciben como dolorosos estímulos que no lo son.

En este caso el dolor no proviene de una enfermedad ni una lesión y suele ser de tipo musculo-esquelético principalmente en zonas como el cuello, los hombros, la zona lumbar, las caderas, las extremidades y el pecho. 

Es una enfermedad que afecta sobre todo a mujeres y comúnmente los pacientes lo describen como un malestar doloroso, con ardor y/o pinchazos.

Además del dolor y el agotamiento físico y mental, se le suman síntomas como la rigidez de músculos y articulaciones (sobretodo al levantarse por la mañana), el entumecimiento u hormigueo en los brazos y piernas, cefaleas, problemas de concentración y memoria, hinchazón o estreñimiento…

No se conoce cuáles son los desencadenantes que inician el síndrome de la fibromialgia. Existen hipótesis que hablan de un trastorno en el modo en que el cuerpo procesa el dolor, y a su vez que existan factores genéticos y también ambientales que contribuyan al trastorno.

¿Cómo indica nuestro cuerpo el dolor crónico o la fibromialgia?

Si el dolor y los síntomas que están afectando nuestra calidad de vida perduran durante más de tres meses, o de forma repetida en el tiempo, aún habiendo superado la enfermedad o lesión que lo provocaba, es señal de que debemos acudir a un especialista para un nuevo diagnóstico. 

El diagnostico se lleva a cabo mediante lo que se denomina un diagnóstico diferencial, que consiste en descartar otras enfermedades con síntomas similares pero que sin embargo se tratarían de forma muy diferente.

¿Cómo cuidarme si sufro dolor crónico o fibromialgia? 

El espacio médico donde acudir en el caso de padecer estás enfermedades son las Unidades de Dolor, pero comúnmente puede convertirse en todo un reto llegar hasta ellas. Cuanto antes se empiece a tratar más alta es la perspectiva de mejora, pero el primer paso es acudir a la atención primaria y visitarse con diferentes especialistas hasta que con el seguimiento se derive a la Unidad de Dolor. Es importante acudir a ellas ya que se trata de servicios especializados que abordan estas patologías de forma multidisciplinar.

Lamentablemente en la actualidad no existe una cura ni para el dolor crónico ni para la fibromialgia y además se desconocen exactamente la causa que los produce, por ese motivo, lo que se procura con el tratamiento es reducir los síntomas para mejorar la calidad de vida.

A menudo el dolor varía en relación con la hora del día, el nivel de actividad, el clima, la falta de sueño o el estrés, por ese motivo es muy importante seguir unos hábitos de vida saludables.

En algunos casos puede funcionar la fisioterapia, los ejercicios de bajo impacto, las técnicas de relajación y los masajes, y en otros o de forma paralela, será muy importante un acompañamiento psicológico que nos pueda ayudar a convivir con los trastornos de salud mental que puedan derivar del dolor crónico, como la ansiedad, los cambios de humor o incluso la depresión.

Será muy importante establecer las mejores condiciones para asegurarnos un sueño reparador, desde unos hábitos previos orientados a la relajación, nada de pantallas ni luces intensas, como tener una cama que se adapte a nuestras necesidades y en un entorno en calma. Evitar la ingesta de sustancias y bebidas estimulantes o comidas copiosas, las temperaturas extremas y los ruidos y luces intensas, en definitiva, todo aquello que pueda activar demasiado nuestro sistema nervioso.

Además, los profesionales suelen motivar a los pacientes a mantener una actitud positiva que les aleje de los trastornos mentales a la vez que les proporciona bienestar para de este modo intentar pensar menos en el dolor.

Sea como sea, la mejor opción siempre es la combinación de los tratamientos farmacológicos, psicológicos y de rehabilitación más adecuados, junto con el abordaje multidisciplinar de los profesionales que sean necesarios para cada paciente.

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