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#EscuchaTuCuerpo - Sistema Digestivo

#EscuchaTuCuerpo - Sistema Digestivo

Satisfarma

Licenciado en farmacia y autor del blog

¿Qué es y cómo funciona el aparato digestivo? 

 

El aparato digestivo es el encargado de descomponer los alimentos y líquidos que ingerimos en pequeñas sustancias que podamos absorben y que nos proporcionan la energía y nutrientes que necesitamos para vivir. A este proceso le llamamos digestión, pero vamos por partes, el sistema digestivo está formado por:

 

  • El tracto gastrointestinal, que a su vez está formado por los órganos que forman el recorrido que va desde la boca hasta el ano: la propia boca, el esófago, el estómago, el intestino delgado, el intestino grueso y finalmente el ano. Además, el intestino delgado está formado por una primera parte que se llama duodeno, el yeyuno en el centro y el íleon al final, y el intestino grueso por el apéndice, el ciego, el colon y el recto.
  •  Otra parte fundamental que encontramos en el tracto gastrointestinal son las bacterias que lo habitan, llamadas también flora intestinal o microbiota.
  • El hígado, el páncreas y la vesícula biliar son los órganos que completan el sistema digestivo.

Cada parte del aparato digestivo cumple con su función cuando estamos sanos; ayudar a transportar los alimentos y líquidos, descomponer químicamente lo que ingerimos y absorber y seguir transportando los nutrientes a donde se necesiten o, por lo contrario, eliminar los desechos convirtiéndolos en heces.

 

Cómo se transportan y transforman los alimentos

 

Al proceso de transporte de todo lo que ingerimos le llamamos peristalsis. Los órganos del tracto intestinal contienen una capa muscular que permite que sus paredes se muevan. Ese movimiento empuja los alimentos y líquidos a través del recorrido, se relajan para darle paso y se contraen para empujar, y mezclan el contenido dentro de cada órgano.

 

La boca es el inicio del tracto gastrointestinal y masticar y tragar son la primera función del proceso. La lengua empuja los alimentos hacia la garganta mientras, a la vez, la epiglotis evita que dichos alimentos entren a la tráquea y nos ahoguemos. En este momento también se activan las glándulas salivales que generan saliva con una enzima que comienza a descomponer químicamente los alimentos.

 

Una vez empezamos a tragar, y los alimentos descienden por el esófago, el proceso se vuelve automático y empieza la peristalsis, los movimientos musculares necesarios para hacer la digestión. Cuando llegan al final del esófago, un anillo muscular llamado esfínter esofágico interior se relaja, permite que los alimentos pasen al estómago y se vuelve a cerrar para evitar el retorno de lo ingerido.

 

En este punto los músculos del estómago mezclan los alimentos con jugos digestivos que se producen en glándulas situadas en el revestimiento del estómago, como ácido estomacal, bilis y enzimas, y posteriormente vacía lentamente su contenido en el intestino delgado.

 

En el intestino delgado, los músculos siguen mezclando los alimentos con jugos digestivos que se producen en el páncreas, hígado e intestino y empujan la mezcla hacia delante. Los jugos digestivos que se producen en el páncreas descomponen químicamente los carbohidratos, grasas y proteínas y se transportan al intestino delgado a través de unos tubos llamados conductos. Las paredes del intestino pueden absorber el agua y los nutrientes digeridos incorporándolos al torrente sanguíneo. En el hígado se produce la bilis, el jugo digestivo que nos ayuda a diferir las grasas y algunas vitaminas. Estas se enviarán a la vesícula biliar para almacenarlas o al intestino delgado para usarlas. Lo sobrante de todo este proceso pasa al intestino grueso.

 

Los desechos restantes del proceso digestivo incluyen partes no digeridas y células viejas del revestimiento del tracto gastrointestinal. En el intestino grueso se absorbe agua y cambia los desechos de líquido a heces que son movidas hasta el recto por la peristalsis.

 

Finalmente, en el recto, es donde se almacenan dichas heces hasta la defecación. Un dato curioso para cerrar esta primera parte y dar paso a la siguiente es que, las heces no son solo comida desechada, alrededor del 50% son bacterias.

 

 

¿Por qué dicen que el estómago es el segundo cerebro? El Eje intestino cerebro

 

Como ya vimos en el capítulo #EscuchaTuCuerpo – Microbiota y organismo, se conocen diferentes vías de comunicación entre el intestino y el cerebro. El eje intestino-cerebro es una vía de comunicación bidireccional compleja, regulada a nivel neuronal, endocrino e inmunológico.

 

Debemos tener claro que las funciones de nuestro sistema digestivo van mucho más allá de procesar alimentos, y por eso, no solo es importante saber qué, cuando y como, comemos, sino que para cuidar bien de nuestro organismo hay que tener en cuenta la relación entre nuestro estómago y el sistema nervioso central.

 

El tubo digestivo dispone de una red neuronal muy extensa, más incluso que la espina dorsal, que controlan el movimiento intestinal y la secreción de sustancias y estas, a su vez, están controladas por el sistema nervioso central, pero además, y a diferencia de cualquier otro órgano de nuestro organismo, puede actuar de forma independiente.

 

Ese cerebro “independiente” en nuestro estómago y su compleja comunidad microbiana influyen siempre en nuestro bienestar general.

Si quieres repasar todo esto puedes leer #EscuchaTuCuerpo – Microbiota y organismo.

 

 

Entonces, ¿qué ocurre con los nervios/estrés y el sistema digestivo?

 

Es muy común que cuando experimentamos nervios o cambios hormonales nuestro sistema digestivo se descomponga y vamos a explicaros porqué. Nuestro organismo tiene nervios que conectan el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) con el aparato digestivo, controlando así algunas funciones digestivas. Por ejemplo, es cierto que al ver u oler algo que nos gusta mucho se nos hace “la boca agua” porque en ese momento nuestro cerebro activa las glándulas salivales y prepara el organismo para ingerir.

 

Pero ¿qué ocurre cuando no es un input positivo el que recibimos si no que vivimos un episodio de estrés? Empezamos a liberar hormonas, como las catecolaminas o el cortisol, y el sistema digestivo, igual que el inmunitario, se detienen o ralentizan sus funciones para que el organismo pueda centrarse en la amenaza. Cuantas más “hormonas del estrés” segreguemos, menos funcionamiento adecuado del aparato digestivo y mayor inflamación. Otra patología común relacionada es el aumento de la producción del ácido clorhídrico, que perjudica el proceso digestivo y favorece la aparición de úlceras y otros síntomas como reflujo o acidez.

 

Por esta razón muchos problemas digestivos se relacionan directamente con el estrés y muchas personas que conviven con problemas del sistema digestivo persistentes empiezan a trabajar en sus síntomas de forma multidisciplinar, con profesionales en nutrición y en psicología.

 

No se conoce la causa biológica de los trastornos funcionales relacionados con el sistema digestivo ya que no son enfermedades que producen síntomas a los que podemos encontrar una alteración evidenciable por pruebas de imagen, analíticas o estudios endoscópicos.

 

Síntomas de que nuestro sistema digestivo no está funcionando correctamente

 

Las malas digestiones es algo que está a la orden del día para muchas personas, especialmente en épocas en las que olvidamos nuestra alimentación, sufrimos estrés o ingerimos una gran cantidad de alimentos, como es el caso de la Navidad.

 

Como hemos dicho, es importante prestar atención a nuestra digestión ya que cuando el sistema digestivo no realiza bien su función puede afectarnos en muchos otros aspectos de nuestra salud.

 

Las malas digestiones se producen cuando nuestro sistema digestivo no cumple correctamente con sus funciones y ralentiza su funcionamiento, o no absorbe las substancias que nuestro organismo necesita. Puede que las proteínas no se transformen adecuadamente, experimentemos alteraciones inflamatorias y que por consecuencia tampoco se asimilen el resto de los nutrientes como las grasas y los hidratos. Cuando estas sustancias no se encuentran en los niveles adecuados puede dar lugar a déficits que perjudican nuestro organismo en su totalidad.

 

Es importante que tengamos todo esto en cuenta a la hora de ingerir alimento, pues si se extiende en el tiempo una mala digestión puede desencadenar en diarreas, falta de nutrientes, déficit vitamínico, acidez, dolor de abdomen, estreñimiento, náuseas, incluso sangrado, síntomas que no debemos ignorar y que requieren de una visita médica con su correspondiente seguimiento.

 

 

Cómo puedo cuidar mi sistema digestivo

 

Sin duda alguna, atender las necesidades de nuestro sistema digestivo va a pasar siempre y principalmente por, cuidar mucho que comemos, su origen, cómo lo cocinamos y cómo lo ingerimos, por ejemplo, apostar especialmente por frutas y verduras, cocinar saludable, comer despacio y beber mucha agua.

También van a favorecernos mantener hábitos saludables como, el deporte, reducir el consumo de café y alcohol, no consumir bebidas carbonatadas e intentar reducir los niveles de estrés y ansiedad.

 

Si necesitamos una ayuda extra para equilibrar de nuevo nuestro sistema digestivo podemos recurrir a algunos suplementos que se adapten a nuestras necesidades, estos son algunos de los más vendidos:

 

THERASCIENCE PHYSIOMANCE ENZYM'UP 60 CAPSULAS

VITAE INTESTVITA ENZYMES (KYO-DOPHILUS) 30 CAPSULAS

BROMATECH BIFISELLE 30 CAPSULAS

THERASCIENCE TEOLIANCE PREMIUM 30 CAPSULAS 

NPRO REGEN INTEST 60 CAPSULAS

HIVITAL ALOE VERA DETOX 120 CÁPSULAS


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