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La lisina es un aminoácido sintetizado por algunas bacterias, plantas y hongos. Pertenece al grupo de los llamados aminoácidos esenciales porque el ser humano no es capaz de sintetizarla y, para evitar deficiencias nutricionales, requiere su aportación a través de la alimentación.
La lisina, como los demás aminoácidos, es un componente de las proteínas y, por tanto, es fundamental para la construcción de masa muscular, reparación de tejidos en heridas y lesiones, generación de anticuerpos y producción de hormonas y enzimas.
Además, participa en el metabolismo del calcio, lo que fortalece los huesos, en la disponibilidad del hierro y en la liberación de la hormona del crecimiento.
Este compuesto orgánico es muy apreciado por sus efectos en la piel, ya que participa activamente en la producción de colágeno que sirve para reestructurar los tejidos dañados, principalmente en las articulaciones y la piel, y ralentiza el envejecimiento celular.
Algunos dermatólogos recomiendan su uso para tratar el acné y la dermatitis gracias a su poder regenerativo de los tejidos.
Por otro lado, activa la función inmunológica del cuerpo, mejora la salud gástrica, disminuye el nivel de colesterol por medio del metabolismo activo de grasas y reduce el riesgo ocular en los diabéticos.
Este aminoácido se popularizó con base a unos estudios que propusieron su beneficio en el tratamiento del herpes simplex. La lisina es parecida en su estructura a la arginina (otro aminoácido esencial), que es vital para el virus. Al añadir lisina en la dieta, el herpes la usa en lugar de la arginina, pero esta frena su replicación y disminuye los síntomas de la enfermedad. Además, disminuye la frecuencia de aparición del herpes oral y minimiza los ataques agudos.
Otros estudios indican que la lisina podría favorecer a los pacientes que sufren afectaciones cardiovasculares como la angina de pecho.
La deficiencia nutricional de la lisina provoca fatiga, irritabilidad, náuseas y anemia, limita el crecimiento en niños y genera alteraciones de la fertilidad en adultos.
Este aminoácido se encuentra en gran variedad de alimentos. Las fuentes más importantes son las siguientes:
A pesar de ingerir diariamente la comida, en ocasiones no es suficiente para alcanzar los niveles óptimos de los nutrientes. En este caso, los complementos alimenticios juegan un papel importante en una correcta nutrición.
La aportación de vitaminas, minerales y otros compuestos como aminoácidos y coenzimas llega a tener un efecto benéfico en el cuerpo humano y su fisiología.
La L-lisina elaborada por laboratorios Solaray se obtiene a través de un proceso natural de fermentación en el que la miel final de caña es una de las materias primas más utilizadas.
La presentación comercial es de 500 mg de L-Lisina proveniente de la fermentación microbiana como forma libre de aminoácido (no se requiere su digestión para utilizarse). La cápsula está formada por celulosa vegetal y mezcla de extracto de arroz integral.
Los requerimientos nutricionales de la lisina se han aceptado entre 800-3000 mg/día. Las dosis más comunes oscilan entre 500 y 1000 mg/día.
Ingerir una cápsula diaria fuera del horario de comidas. Para facilitar su absorción se recomienda tomarla con el estómago vacío.
Dosis muy altas pueden generar afectaciones gastrointestinales como calambres abdominales, náuseas o diarrea.
El complemento de lisina tiene contraindicaciones en personas con padecimientos hepáticos o renales. Durante el embarazo, en el período de lactancia y en niños se requiere la supervisión de un médico.
Los complementos alimenticios solo deben usarse para complementar la dieta y nunca reemplazan una alimentación equilibrada y saludable.
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