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Hipócrates, padre de la medicina, decía hace ya 2500 años que «toda enfermedad comienza en el intestino» y no iba tan mal encaminado, pues hoy sabemos que casi el 80% de nuestro sistema inmune se localiza precisamente en el tracto gastrointestinal.
En condiciones fisiológicas, el intestino actúa a modo de filtro selectivo, “decidiendo” qué sustancias pasan al torrente sanguíneo (nutrientes, agua y electrolitos) y cuáles deben ser excretadas del cuerpo. Esto lo logra gracias a una barrera de células llamadas enterocitos que están cubiertas por una capa de moco protector. Por detrás de esta barrera epitelial encontramos células inmunitarias cuya función es protegernos contra agentes patógenos que podrían colarse accidentalmente y una red de vasos sanguíneos y linfáticos que repartirán por el organismo los nutrientes absorbidos.
Sin embargo, ciertos alimentos como el gluten, las infecciones y el estrés pueden dañar directamente las células epiteliales y/o las compuertas que las mantienen unidas (llamadas uniones estrechas), apareciendo un exceso de permeabilidad.
Para entenderlo mejor podemos imaginarlos un colador cuyos agujeros son demasiado grandes. En este contexto, van a filtrase restos de proteínas y de bacterias patógenas, microorganismos y toxinas de diversa índole (xenobióticos, medicamentos, micotoxinas, etc), provocando activación inmunitaria e inflamación. Además el exceso de toxinas reabsorbidas va a sobrecargar al hígado. Esto puede desencadenar síntomas como gases, hinchazón, sensibilidades alimentarias, alergias estacionales, confusión mental, depresión, fatiga, acné o eczema, entre otros.
La buena noticia es que tenemos la capacidad de reparar el intestino y contamos con sustancias naturales para apoyar este proceso, como:
· La L-glutamina es la principal fuente de energía de los enterocitos y estimula la hormona del crecimiento, contribuyendo a reparar las vellosidades intestinales.
· La L-carnosina en combinación con el zinc es un gran regenerador epitelial y de la mucosa, lo que lo convierte en un agente antiulceroso, y protege a células del envejecimiento, actuando sobre los procesos de glicosilación (deterioro delas células por pérdida de proteínas valiosas), y de peroxidación lipídica (oxidación de los lípidos presentes en la membrana celular).
· La curcumina es un potente antiinflamatorio natural, tiene propiedades antioxidantes, inhibe la liberación de histamina por parte de los mastocitos y contribuye a la reparación de la mucosa.
Además de estos 3 ingredientes importantes para la regeneración de nuestro intestino, NPro REGENintest incorpora en su fórmula resveratrol y quercitina que, junto a la cúrcuma, forman una tríada realmente interesante. El resveratrol es antiinflamatorio, antibacteriano, antioxidante, antiobesogénico y regulador estrogénico. La quercitina es el antihistamínico natural por excelencia y mejora la biodisponibilidad de la curcumina, lo que permite no utilizar pimienta para este fin, ya que esta última resulta irritante para la mucosa. Esta combinación sinérgica también promueve una función “detoxificante” y actúa a la par como “prebiótico”, sirviendo de alimento para bacterias muconutritivas (generadoras de moco protector) como akkermansia muciniphila y reguladoras como lactobacillus y bifidus.
NPro REGENintest está especialmente formulado para personas con intolerancias alimentarias del tipo FODMAPS (como fructosa, lactosa y sorbitol entre otros), histaminosis, alergias alimentarias y SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en intestino delgado) ya que no contiene ninguna sustancia que pueda causar sensibilidad.
Artículo escrito por Yhanna Sanchez Estruga
Naturópata, PNI y dietista - Especialista en microbiota y fitoterapia.
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