En nuestra flora bacteriana se encuentran muchas bacterias de las conocidas como “buenas”, que se encargan de impedir la invasión de los gérmenes. Entre ellas, debemos distinguir entre dos tipos, las residentes, que están fijas en nuestras células intestinales, y las transeúntes, que ingerimos a través de los diferentes alimentos que consumimos en nuestro día a día. Si no cuidamos a esta flora, puede desequilibrarse, y por tanto, estaremos más expuestos a sufrir infecciones. Por este motivo debemos buscar mecanismos que nos aporten una eficaz protección intestinal, para que nuestra flora siga reforzando nuestra salud.
El hecho de proteger nuestra flora intestinal tendrá múltiples beneficios para nuestro organismo, por ejemplo, mejorará nuestro proceso de digestión. Del mismo modo, la flora intestinal nos ayudará a tener un correcto funcionamiento del sistema inmunológico, y es por el hecho de que gran parte de nuestras células inmunitarias se encuentran en el tubo digestivo. Del mismo modo, el hecho de proteger a las bacterias buenas de nuestra flora intestinal, también conllevará una mejora en la sintetización y mejora de la absorción de ciertos nutrientes y minerales, como el calcio, el hierro o el magnesio. Por último, como ya hemos comentado anteriormente, la flora intestinal tiene una función esencial como barrera protectora, frente a la invasión de ciertos microorganismos patógenos, lo que nos prevendrá de padecer algunas infecciones.