Existen muchas otras precauciones para conservar una buena salud ocular, pero estas son las básicas para evitar, sobre todo, el “ojo seco”. A continuación, te explicamos en qué consiste este síndrome:
Síndrome del ojo seco
La sequedad ocular es uno de los problemas de salud más frecuentes relacionados con la vista. Si cuando te despiertas por la mañana notas que te escuecen los ojos y que te cuesta abrirlos, quizá sufras de “ojo seco”.
El trastorno del ojo seco ocurre cuando nuestra lágrima es insuficiente para lubricar el ojo o es de mala calidad. Si no se trata adecuadamente, puede acarrear problemas más graves, como por ejemplo abrasiones en la córnea.
Las principales causas de padecer sequedad ocular normalmente están asociadas a nuestro estilo de vida:
- El uso de lentillas. Las lentes de contacto son una buena alternativa a las gafas en caso de que te gusten más por cuestiones estéticas. Sin embargo, un uso inadecuado y/o prolongado de las mismas (tenerlas puestas demasiadas horas al día) puede hacer que experimentes sequedad en los ojos.
- El uso de pantallas. La rutina laboral puede tener mucho que ver en este tipo de problema. De hecho, si eres de las personas que se pasan pegadas frente a la pantalla del ordenador muchas horas sin descansar la vista, es probable que experimentes la sensación de tener una especie de arenilla dentro del ojo.
No obstante, también pueden existir otras razones por las que aparece la sequedad ocular, como algunas enfermedades autoinmunes (el Síndrome de Sjörgen, la artritis reumatoide o el lupus sistémico), la blefaritis, infecciones (los virus de la hepatitis B y C y la sífilis), cambios hormonales, hipertiroidismo o los efectos secundarios de algunos medicamentos.
Puedes detectar que padeces de ojo seco si presentas los siguientes síntomas:
- Sensación de tener “arenilla” en la superficie de los ojos
- Sufres molestias cuando cierras los párpados
- Experimentas visión borrosa
- Tienes una especial sensibilidad a la luz
- Sientes picor, escozor y/o enrojecimiento en los ojos
- Tienes sensibilidad a las corrientes de aire que rozan la córnea