Es verdad que mediante una dieta equilibrada y rica sobretodo en pescado azul, carnes rojas, huevos y legumbres, podemos incluir todos estos nutrientes de los que acabamos de hablar en la dieta de los niños, pero aun así a veces no es suficiente y cuesta poder llevar una dieta perfectamente equilibrada, por este motivo tenemos las leches de crecimiento, ricas en todos estos indispensables nutrientes. A diferencia de otras leches, como pueden ser las leches de vaca, las leches de crecimiento ofrecen un menor riesgo en cuanto a la posibilidad de padecer de sobrecargas renales, ya que contienen un menor contenido en proteínas. Del mismo modo, las leches de crecimiento como contienen ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados con una menor ingesta de grasa saturada y de colesterol, puede ayudar a reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares en el futuro.
Las leches en general y las leches de crecimiento en concreto, son un alimento que se puede consumir de forma diaria, además son de fácil acceso y es por ello que se han convertido en una ayuda práctica y eficaz para poder satisfacer de forma óptimas las diferentes necesidades nutricionales de los pequeños. Las leches de crecimiento se comercializan a través de una gran variedad de marcas, por tanto, deberemos fijarnos muy bien en el etiquetado de cada una de ellas, para elegir correctamente la que mejor se adapte a las necesidades del niño. Las podemos encontrar de dos maneras diferentes, ya sea de forma líquida para ser tomada directamente sin tener que hacer ningún tipo de añadido, o liofilizada o en polvo. En este último caso, antes de proceder a su consumo, e igual que en el caso de las leches de inicio y de continuación, lo primero que deberemos hacer es reconstituirla, es decir, agregarle la cantidad de agua que previamente se le ha extraído, para dejarla lista para la toma.