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#EscuchaTuCuerpo – La microbiota y nuestra salud

#EscuchaTuCuerpo – La microbiota y nuestra salud

Satisfarma

Licenciado en farmacia y autor del blog

¿Qué es la microbiota?

La microbiota es según la ciencia como un órgano más del cuerpo, se va desarrollando desde el vientre materno y especialmente desde el momento del nacimiento, así como a lo largo de toda la vida. La microbiota son exactamente el conjunto de más de 100 billones de microorganismos: bacterias, virus, hongos… que habitan principalmente nuestra piel, sistema digestivo y aparato genital.

Durante toda nuestra vida su composición es variante, adaptándose así a las diferentes necesidades de nuestro organismo durante la infancia, la adolescencia o la vida adulta, y su relación con el organismo es simbiótica, lo que significa que las bacterias realizan funciones de protección y metabolización de los alimentos, mientras que el organismo les ofrece un lugar donde vivir.

La composición de la microbiota es prácticamente única en cada individuo y está determinada por múltiples factores como nuestra alimentación, el consumo de fármacos, dónde vivimos y como es nuestro entorno, e incluso, si tenemos mascotas. Es por eso que el tratamiento de problemas relacionados con la microbiota requiere de un amplio estudio y tratamientos personalizados. 

¿Qué funciones tiene la microbiota en nuestro cuerpo?

La microbiota y su equilibrio es importante para nuestra salud porque realiza funciones determinantes y relacionadas entre ellas. La microbiota intestinal modula el sistema inmune, el sistema gastrointestinal y el sistema nervioso central:

-       El desarrollo, maduración y modulación del sistema inmune. La microbiota juega un papel esencial en el entrenamiento y funcionamiento del sistema inmunitario, al fin y al cabo, son los primeros microorganismos que colonizan nuestro cuerpo. Estos se encargan de enseñar a identificar a los invasores para atacarlos en el caso de que fueran una amenaza. Por este motivo, un abuso de antibióticos y una falta de patógenos a los que combatir, pueden generar fallos en la microbiota y, a la larga, desórdenes autoinmunes e inflamatorios que afecten a nuestra salud.

-       Un importante papel durante la digestión. La microbiota permite digerir y metabolizar algunos componentes de los alimentos que el organismo no puede digerir por sí mismo como por ejemplo los alimentos que generan ácidos grasos de cadena corta (alimentos ricos en butirato, manzanas, cebollas, brócoli, verduras de hoja verde…) que son potentes antioxidantes y ayudan a equilibrar el colesterol y los triglicéridos. La microbiota intestinal también participa en la síntesis de vitaminas y aminoácidos esenciales para el organismo y está especializada en la digestión de carbohidratos. Poseen la capacidad de digerir elementos como la celulosa, hemicelulosa y pectina, para de este modo, permitir al organismo absorber únicamente los compuestos resultantes con interés nutricional.

-       Regulación del metabolismo y balance energético. Con una microbiota sana conseguiremos, un sistema inmune fuerte, una digestión estable y de este modo cambiar el metabolismo, nuestro estado de ánimo, energía y en resumen, nuestro bienestar.

 

El eje microbiota-intestino-cerebro

Desde hace unos años seguro que habréis oído hablar sobre que el intestino es nuestro segundo cerebro, eso se debe a que cada vez existen más estudios que revelan como la colonización del microbiota intestinal puede afectar directamente al desarrollo cerebral. El eje intestino-cerebro es una vía de comunicación bidireccional compleja regulada a nivel neuronal, endocrino e inmunológico y cualquier cambio en uno de los sistemas repercute en los otros, por lo que la microbiota está estrechamente relacionada con todos ellos.

Se conocen diferentes vías de comunicación entre el intestino y el cerebro, pero principalmente se habla de la neural vía el nervio vago. Este nervio es una vía directa que conecta ambas partes, aunque también muestra conexiones con otros órganos. El cerebro informa al intestino de cuándo y cómo debe funcionar, siendo este el motivo de algunos síntomas intestinales tras momentos de estrés o nervios, y en la otra dirección el intestino recoge información de la zona y la hace llegar hasta el cerebro. En esta comunicación la microbiota juega un papel muy importante ya que estas bacterias son capaces de regular la síntesis de hormonas, neurotransmisores y metabolitos que se comunican con nuestro cerebro indicando en qué estado se encuentra nuestro intestino. 

 

Alteraciones en la microbiota

Como hemos visto, la microbiota sufre un importante proceso de maduración y desarrollo a lo largo de la vida, que parece ir en paralelo con el neurodesarrollo, siendo así la etapa postnatal y la adolescencia períodos de grandes cambios y delicadeza, y la vejez una fase importante de declive para ambos. 

Teniendo en cuenta entonces, que durante toda nuestra vida la microbiota incide en el funcionamiento del sistema neuronal, inmunológico y endocrino, podemos confirmar que un desequilibrio de esta puede desencadenar fácilmente, no solo problemas asociados al sistema digestivo, sino también trastornos cerebrales tales como la ansiedad, estrés o patologías neurológicas más complejas. 

El estrés, una mala alimentación o dietas pobres en fibra, la falta de actividad física,  procesos inflamatorios o el uso reiterado de determinados fármacos son algunos de los hábitos que pueden alterar nuestra microbiota y  provocar alteraciones o el desequilibrio de nuestros microorganismos. 

Este desequilibrio recibe el nombre de disbiosis intestinal y en general se trata de molestias no asociadas a un problema de salud pero que provocan malestar y pueden reducir la calidad de vida. Algunas de ellas y las más comunes son: 

-       Molestias digestivas, episodios agudos de diarrea, hinchazón abdominal, estreñimiento, gases estomacales y en casos más severos, síndrome del colon irritable y otras dolencias con peores síntomas. 

-       Trastornos musculares y articulares, principalmente en forma de inflamación.

-       Trastornos cutáneos.

-       Cefaleas y migrañas.

-       Fatiga y cansancio crónico.

-       Irritabilidad y dificultades para dormir. 

Nacemos sin bacterias en el intestino y mediante el contacto con el medio externo, vamos adquiriéndolas y se van transformando a lo largo de nuestra vida, por esa razón nuestros hábitos van a determinar la salud de nuestra microbiota.

¿Cómo cuidar nuestra microbiota?

En primer lugar, hay que recordar que la microbiota de cada persona es como una huella dactilar, diferente para todos, así que si detectamos un desequilibrio o problema que pueda tener origen en la microbiota, deberemos visitar un especialista que nos prepare un tratamiento adecuado a nuestras necesidades. 

Si el diagnóstico del profesional concluye en una disbiosis intestinal, el tratamiento se enfocará en reequilibrar nuestra microbiota, sanando antes el interior del tubo digestivo para que, de nuevo, los microorganismos encuentren las mejores condiciones para volver a funcionar con normalidad y recuperar la permeabilidad intestinal, motilidad y el resto de sus funciones.

Algunas de las tareas/objetivos más comunes que recomiendan los profesionales cuando queremos centrarnos en tener una microbiota sana, son:

-       Regular los ritmos circadianos, respetar nuestras horas y ritmos del sueño y de alimentación.

-       Disminuir la exposición a tóxicos ambientales

-       Evadir episodios de estrés y nervios.

-       Mantener una alimentación equilibrada

-       Desarrollar una rutina de ejercicio

-       Participar en actividades de socialización

-       Estar en contacto con la naturaleza

-       Evitar la sobre medicación

-       Ingerir probióticos como refuerzo

  

Si lo que queremos es prevenir y cuidar de nuestra microbiota ahora que no muestra señales de desequilibrio, la alimentación es una de las principales herramientas para mantenerla sana y que consiga cumplir con todas sus funciones. Algunos de los consejos más comunes entre los profesionales son: una dieta equilibrada y saludable, reducir el consumo de carne procesada, comer alimentos ricos en fibra y cocinar los alimentos de forma saludable, además, como siempre, evitar el tabaco, el alcohol e importante, no abusar de los antibióticos.

Otra de las ayudas extras y naturales que podemos aportar a nuestra microbiota para conseguir ese equilibrio, reside en la administración de probióticos, que además ayudarían no solo a tratar el problema de raíz sino también a terminar con los síntomas nombrados. 

 

¿Qué son los probióticos? 

Los probióticos son microorganismos vivos, como los que se encuentran en nuestra microbiota, de forma que si se administran en dosis adecuadas pueden ser de gran ayuda para conseguir equilibrar nuestra microbiota intestinal, y paralelamente todos los sistemas y organismos ligados a ese equilibrio.

Ya es una práctica habitual el combinar el uso de antibióticos con la toma de probióticos porque los antibióticos son medicamentos destinados a combatir infecciones causadas por bacterias, sin embargo, además de eliminar dichas bacterias perjudiciales, destruyen también parte de nuestra microbiota, con lo que será interesante repoblar nuestra flora intestinal.

Actualmente se comercializan un gran nombre de cepas probióticas con múltiples funciones clínicamente probadas sobre nuestro organismo. En este sentido, existen complementos monocepa, cuando contienen una única cepa probiótica con una función muy específica, como puede ser repoblar la flora oral, combatir la rinitis alérgica o regular el estreñimiento; y también complementos multicepa, cuando contienen varias cepas probióticas en su composición y tienen un efecto más global, como puede ser repoblar la flora intestinal o estimular el sistema inmune.

De forma habitual los probióticos suelen combinarse con prebióticos. Los prebióticos son sustancias que sirven como alimento de estas bacterias, de forma que se promociona su crecimiento y bienestar. Los prebióticos más comunes son azúcares y fibras solubles. Cuando un complemento contiene prebióticos y probióticos se le otorga el nombre de simbiótico.

Habitualmente, los complementos probióticos se recomienda consumirlos antes o después de cada comida para que los alimentos ayuden a las bacterias a sobrevivir el ácido gástrico y así llegar al intestino donde podrán multiplicarse más fácilmente. Importante tomarlos siempre separados de la toma de antibióticos, si fuera el caso.

Desde Satisfarma hemos preparado una selección de productos que contienen probióticos en su composición que pueden ser de vuestro interés. Eso sí, como hemos comentado a lo largo del post, cada persona tiene una microbiota distinta y es interesante hacer un estudio concreto con especialistas para así recibir la mejor recomendación.

BROMATECH ENTERELLE PLUS 24 CAPSULAS

LAMBERTS BIOME BALANCE 25 60 CAPSULAS

VITAE KYODOPHILUS CON ENZIMAS 60 CAPSULAS

Para mejorar la digestión y contribuir a una mejora de nuestra flora intestinal, encontramos Vitae Kyodophilus con Enzimas, un suplemento probiótico que está diseñado y elaborado para cuidar de nuestra flora intestinal.

NPRO BUTIBIFIDUS BIOTA 60 CAPSULAS

NPro Mibiota es una gama de productos formulados especialmente para cuidar nuestra salud intestinal, y contar con unos niveles correctos de ácido butírico que es de gran importancia para la integridad y para la funcionalidad de nuestro colon, así como para la homeostasis intestinal.

THERASCIENCE PHYSIOMANCE TEOLIANCE INMU10 30 CÁPSULAS

Es un complemento alimenticio, indicado para adultos, que tiene un efecto probiótico y te ayuda a restablecer tu microbiota intestinal,  para reforzar tu sistema inmunológico. 

COBAS SYMBIOLACT 2G 30 SOBRES

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